El camino por el que llegué a la terapia sistémica como paciente, fue una enfermedad: cáncer de mama. Entendí en ese momento que esa situación era el reflejo de algo más profundo e inconsciente dentro de mí. Siempre fui la “rara” de la casa, porque buscaba respuestas, así como desarrollar mi espiritualidad.

Después de hacer decenas de veces de representante en las Constelaciones grupales, decidí formarme como Facilitadora para acompañar a todo aquel, que como yo, quisiera traer a la conciencia los conflictos, patrones familiares repetitivos, y sanar  su vida y la de su árbol.